La Organización Mundial de la Salud define la salud pública como “la ciencia y el arte de prevenir las dolencias y las discapacidades, prolongar la vida, y fomentar la salud y eficiencia física y mental, mediante esfuerzos organizados de la comunidad para sanear el medio ambiente, controlar las enfermedades, educar al individuo en los principios de la higiene personal, organizar los servicios para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades y para la rehabilitación, así como desarrollar la maquinaria social que le asegure a cada miembro de la comunidad un nivel de vida adecuado para el mantenimiento de la salud”. En otras palabras, la salud pública debe investigar e incidir en los determinantes sociales de la salud y en una aproximación para promover el bienestar de las personas y, en general, en el bienestar de la sociedad.
En esta misma dirección, la Federación Mundial de Asociaciones de Salud Pública llama la atención sobre la necesidad de involucrar y formar a profesionales en el campo de la salud pública, a fin de contar con el recurso humano que pueda enfrentar los desafíos y preguntas de un mundo cada vez más globalizado, con capacidad de comprender mejor y de forma más amplia los diferentes factores y problemáticas que inciden en los resultados de salud en sus dimensiones individual y colectiva; así como en la necesidad de acción intersectorial para su resolución y mejoramiento de la situación de salud de la población y la equidad social.